No pudo ser. Bidaideak llegó a Valencia convencido de sus opciones no sólo de llegar a la final, sino también de pelear por conseguir la Copa. Con once victorias consecutivas en su haber en la liga estatal y la clasificación para la Champions en su mochila, acudía confiado de que podía hacer frente a cualquier equipo, porque a todos les había conseguido ganar en los últimos meses.
Además, los cruces habían sido generosos y no tenía que enfrentarse a ninguno de los otros 3 cocos de la competición siquiera hasta la final. En cuartos tuvo que hacerlo con Vigo a los que venció con suficiencia, y en semifinales con Gran Canaria, que no fue rival en ningún momento para los bilbaínos.
Conseguido el objetivo de llegar a la Final, quedaba, sin embargo, lo más difícil: enfrentarse al 17 veces campeón de esta competición, el Ilunion madrileño, que venia de deshacerse con más facilidad de lo previsto de Mideba Extremadura y de Amiab Albacete.
Los bizkainos salieron a la cancha con la táctica bien definida y con todas las ganas del mundo de doblegar a los madrileños. Pero desde que el gigante Rodney Hawkins ganara la primera pelota en el salto inicial, se vio que los filiales de la ONCE habían venido a por el partido. El primero de sus lanzamientos salió de las manos del británico Bywater y supuso, también, el primero de sus cuatro triples. Cierto es que Asier quiso enseñarle los dientes en la siguiente jugada consiguiendo él también otro triple, pero lo cierto es que ese 3 a 3 fue el único empate que reflejó el tanteador a lo largo del partido. Al momento de nuevo el inglés convertía una canasta limpia y desde entonces el luminoso se escoró en favor de los madrileños. Al tercer minuto llegaban con 7 de ventaja lo que obligó a Núñez a pedir tiempo muerto. Sirvió para recomponer un poco marcajes y así recortar diferencias que volvieron a los 3 puntos en el minuto 6. Pero el arreón bilbaíno fue efímero y, poco a poco, los madrileños, bien de la mano de los Zarzuela, bien del británico o de Hawking fueron desnivelando el score, que, a falta de un minuto para el primer parón, señalaba un 9 a 21 y al llegar a éste un 13 a 23.
El porqué de la diferencia era claro. Ilunion dominaba sin problemas la pintura, asfixiaba el juego de ataque bilbaíno y mostraba una efectividad contundente. Y así mientras los de negro no pasaban de un 33% de acierto en los lanzamientos los madrileños llegaban al 61.
Por vía de casta y arrojo consiguieron los de Bidaideak reducir diferencias en el segundo parcial y cuando volvieron del descanso, apretaron el tanteador hasta un 31 a 36 que parecía iba a dotar de emoción al partido. Pero tan cortas diferencias solo se dieron durante un par de minutos. Una serie concatenada de aciertos de los madrileños y una falta técnica al banquillo bizkaino, perfectamente obviable por los colegiados, llevaron sl marcador a un 33-42 que tiraba por tierra su esfuerzo.
Dieron vuelta de tuerca defensiva de nuevo los de Ilunion y con la mano dulce de sus lanzadores y la solidez en la pintura tanto en ataque como en defensa como argumento, rompieron todo equilibrio en cancha. Al finalizar el tercero de los tiempos, el marcador reflejaba un 42 a 56 que vislumbraba quien iba a poner nombre a la Copa.
Aún con la losa de una diferencia tan abultada, salió Bidaideak a pelear sus opciones en el ultimo parcial, confiando en que , como en otras ocasiones, su defensa todo el campo precipitara las acciones del rival. Pero esta vez de la presión supieron salir bien los experimentados hombres del Ilunion. Y, encima seguían por encima del 60% de efectividad en sus lanzamientos.
Los bilbaínos lo intentaron todo, y lo tiraron todo, pero la precipitación que concede un marcador en contra no suele ser el mejor aliado para que se nivelen los marcadores, y, en esta ocasión, tampoco lo fue. Poco a poco la diferencia se fue dilatando hasta llegar al 53 a 75 final.
Quienes seguimos al Bidaideak, sabemos bien que no han firmado un gran partido en esta final. Su juego eléctrico no pudo constatarse mas que en algunos minutos. Tampoco la calidad y precisión de sus magníficos lanzadores. Y menos aún el dominio que ha ido demostrando en las áreas. Y así, sin poder correr los contraataques, sin oportunidades claras para que sus lanzadores se exhibieran y sin capacidad para hacer daño en la pintura rival, los activos del equipo bizkaino se redujeron a la casta y amor propio del que siempre hacen gala. Pero cuando enfrente se encuentran con un equipo poderoso en todas las facetas del juego y que ademas atraviesa el mejor momento de los últimos 12 meses, lo cierto es que aquellos son pocos argumentos como para llevarse una Final.
Cierto es que se dejaron literalmente la piel en la cancha, pero ahora deberán reflexionar sobre la forma de poder enfrentarse a Ilunion en las dos próximas semanas:el sábado en Txurdinaga para defender el coliderazgo, el siguiente fin de semana en Madrid, para intentar pasar se ronda en la Champions.
En ambas ocasiones, seguro que podrán contar con el aliento de su incondicional hinchada que masivamente se ha trasladado con el equipo y que ha recibido todos los parabienes del público valenciano y de la organización del campeonato.